"Un ejército sin espías es como un hombre sin ojos y sin oídos"
Chia Lin, citado por el maestro Sun Tzu en "El arte de la guerra"
Patricia Lee Wynne
Esta semana sucedieron dos hechos trascendentales en el conflicto de Ucrania: la rendición de más de 2.400 soldados, muchos de ellos del batallón Azov, en el puerto de Mariúpol, y la aprobación, por parte del Congreso de EEUU, de un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares para Ucrania, además de los 14.000 millones que había aprobado antes.
La votación en el Congreso deja, sin embargo, dos datos curiosos: en primer lugar, la votación unánime de los demócratas en la Cámara —388 — 57— y en el Senado —86 -11—, incluyendo los diputados progresistas conocidos como grupo Squad, una demostración más de que el partido demócrata en su totalidad, sumando a los que se presentan como de izquierda, se ha convertido en el verdadero partido de la guerra. Como escribió el periodista Glen Greenwald, esta votación «mató a lo que quedaba del movimiento de izquierda antiguerra en EEUU».
El fracaso del mundo unipolar
El 2 de marzo, 141 países votaron condenando a Rusia, 35 se abstuvieron y solo cinco votaron en contra en la Asamblea General de las Naciones Unidas, votación que se repitió más o menos de la misma manera el 24 de marzo.
Pero cuando se separó a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la organización en abril, los votos a favor bajaron de 140 a 97, las abstenciones crecieron de 38 a 51 y los votos negativos subieron de cinco a 24.
Según Fraga, el vuelco se dio en las potencias regionales del mundo en desarrollo, Brasil y México en América Latina, Nigeria y Egipto en África, y Arabia Saudí e Indonesia en Asia. Arabia Saudí fue acompañada por cuatro de las otras cinco monarquías del Golfo. China, que se había abstenido en votaciones anteriores, pasó al rechazo, mientras que India, Sudáfrica y Pakistán siguieron eludiendo la condena a Rusia.
Los países del grupo BRICS que reúne a los cinco mayores países en desarrollo del mundo y 41% de la población mundial, se han negado a condenar a Rusia. Ningún país africano ha impuesto sanciones a Moscú, el mayor exportador de armas al continente. De los principales aliados de EEUU en Oriente Medio, Israel mantiene su neutralidad y Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos se han negado a imponer sanciones a Rusia.
Esto revela «el grado al cual Washington ha perdido la confianza de estos países» según Hussein Ibish, del Instituto de Países Árabes del Golfo en Washington, cuyos Gobiernos han llegado a la conclusión de que «la era de EEUU ha terminado y hay una rápida transición a un mundo multipolar irreversible».
En Italia, el envío de armas a Ucrania está dividiendo al Gobierno del primer ministro Mario Draghi, porque varios miembros de la coalición se oponen, entre ellos el Movimiento 5 Estrellas y la Liga de Matteo Salvini, en un país donde el envío de armas a Kiev es cada vez menos popular. Según una encuesta del 16 de abril, un 44,8% está en contra y solo un 38,5% a favor.
Será por esta oposición que Draghi presentó a la ONU una propuesta de paz que consiste en un cese del fuego, asignar a Ucrania un estatus de neutralidad, ocuparse del estatus de las regiones en disputa y buscar una aproximación a las sanciones a Rusia.
Europa y EEUU, cada vez más aislados
EEUU emergió como el gran dominador de posguerra hasta Vietnam en 1973, cuando su derrota marcó el comienzo del declive de su hegemonía y desde entonces, son solo tropiezos: la revolución iraní de 1979 eliminó a su principal base de apoyo en Oriente Medio , la nacionalización del canal de Panamá en 1968 y la revolución de Nicaragua en 1979, convirtieron América Central en un tembladeral, y en el sur de América Latina cayeron todas las dictaduras fieles al Pentágono en los años ochenta.
EEUU creyó que ganó la Guerra Fría con la disolución de la Unión Soviética en 1991 y utilizó la debilidad de Rusia para avanzar la OTAN y engullir a 14 nuevos países en Europa del Este, pero ese respiro unipolar de 30 años llegó a su fin, como lo demostró la retirada de EEUU de Afganistán en 2021, dejando expuesto su retroceso y sus graves problemas internos económicos y sociales, y como lo demuestra el hecho de que, por primera vez en 30 años, Rusia, puesta contra las cuerdas, haya tomado una medida militar para frenar la expansión de la OTAN y para defender a las regiones prorrusas de Ucrania.
El periodismo y las redes como arma de guerra
El 6 de abril, un despacho de la cadena NBC tituló: «En una ruptura con el pasado, EEUU está usando inteligencia para combatir una guerra de información con Rusia, aún si la información no es sólida».
La noticia era gravísima: EEUU denunciaba que Rusia podría estar preparando un ataque químico en Ucrania. Pero como dijo un alto funcionario del Gobierno a la agencia, «no tiene porqué ser inteligencia sólida… Es más importante adelantarse [a los rusos] antes de que hagan algo».
Sin embargo, de acuerdo con tres funcionarios citados por la NBC, no había ninguna evidencia de que Rusia hubiera traído armas químicas cerca de Ucrania. “Usaron la información para frenar a Rusia de utilizar estas armas”. Al mismo tiempo, ignoraron que Rusia había destruido todo su arsenal de armas químicas, algo que quedó patente por organismos internacionales.
«Muchos funcionarios reconocieron que EEUU ha usado información como arma aun cuando la confianza en la veracidad de esa información no es alta. A veces ha utilizado inteligencia no muy confiable como factor de contención, como la noticia de las armas químicas», continúa la nota.
A ello se suma la censura. Los 27 países de la Unión Europea adoptaron en marzo, una semana después del comienzo del conflicto, una decisión que pasará a la historia del periodismo como una gran vergüenza: prohibieron a Sputnik y a RT, cerraron sus oficinas en Europa, y eliminaron el acceso desde sus buscadores, de manera que en el Viejo Continente no se puede leer a ninguno de los dos medios.