Los derechos de la mujer se esgrimen cada vez más como un útil recurso para nuevos planes imperialistas. Los jefes de Estado occidentales, los altos cargos de las Naciones Unidas y los portavoces militares elogiarán invariablemente la dimensión humanitaria de la invasión de Afganistán de octubre de 2001 dirigida por la OTAN y Estados Unidos, que supuestamente se llevó a cabo para luchar contra el fundamentalismo religioso, ayudar a las niñas a ir a la escuela y liberar a las mujeres sometidas al yugo talibán. La lógica de esta dimensión humanitaria de la guerra de Afganistán es cuestionable. Conviene recordar que desde el inicio de la guerra afgano-soviética Estados Unidos apoyó a los talibán como parte de una operación encubierta dirigida por la CIA.
Por Julie Levésque*
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* Periodista e investigadora del Centre for Research on Globalization (CRG), Montreal.