En Diciembre de 2010, un desesperado vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, se inmolaba en Túnez, desencadenando lo que los medios de comunicación denominaron “La Primavera Árabe”.
La serie de protestas se contagió desde Túnez a Libia, Egipto, Yemen, Bahrein y Siria. En países como Marruecos y Jordania, se condujeron dentro de los cauces de sus regímenes respectivos, pero en Yemen, Libia y Siria degeneraron en guerra civil. En Bahrein, los chiítas apoyados por Irán, fueron sometidos por la fuerza.
La Primavera tuvo una pronta victoria mediática. Los medios de comunicación occidentales vendieron siempre una imagen: los árabes quieren decidir su destino, quieren democracia. Pero, pasado ya un tiempo prudencial, ¿podemos afirmar que esto fue realmente así?
Los estados europeos se sumaron alegremente al bombardeo de Libia, proporcionando la aviación que necesitaban los alzados, pero los rebeldes nunca quisieron al personal occidental sobre el terreno. Es más, los propios rebeldes arrestaron a miembros del SAS británico sobre su territorio. ¿Qué querían ocultar? ¿qué querían que los occidentales no vieran?. Las televisiones occidentales mostraban una y otra vez las Toyota pick up con ametralladoras antiaéreas, pero nunca se molestaban en traducir los lemas que llevaban pintados en su carrocería: “Alá u akbar” o “La Sharia es nuestra ley”.
Tras el derrumbe del régimen de Gadafi, Libia es un caos, una amenaza a la seguridad colectiva, un mercadillo abierto para la venta de todo tipo de armas y una oportunidad para grupos terroristas de variado pelaje. Las autoridades, que no tienen más que el nombre de tal, afirman que ahora la Sharia es la fuente del derecho en Libia, mientras que el aeropuerto internacional de Trípoli se abre y se cierra al arbitrio de un jefe de milicias local que no duda en enfrentarse a tiros a todo aquel personal armado que se acerque a sus instalaciones.
En Yemen, la revuelta tiene un carácter tribal entre dos poderosas familias que se han alternado en el poder. En Túnez rige desde el 14 de Junio de 2012 el toque de queda debido a los ataques de los salafistas tanto en las universidades como en otros ámbitos de la sociedad civil. En Egipto, el régimen republicano y laico se muere con Mubarak, comienzan los ataques a las minorías cristianas autóctonas, los coptos, así como a los suministros de gas a Israel. Los iraníes encuentran facilidades para llevar sus cargamentos de armas a Siria y a Hizbullah a través del estrecho de Suez.
En Siria, el régimen laico y republicano (pero hereditario) de Al Asad, sufre un acoso externo e interno sin parangón. Nuevamente, los aliados occidentales consideran que la caída del antiguo dentista merma la influencia de Irán y de Rusia en la zona, pero una atenta mirada hacia los rebeldes demuestra que, en caso de vencer, Occidente sólo habrá cambiado de enemigo. Hay un detalle muy esclarecedor al respecto: los rebeldes sirios han cambiado la franja roja de la bandera por otra verde, el color del Islam.
Las distintas revoluciones árabes nunca han sido democráticas. Además, nunca negaron su carácter islamista. Fueron los propios medios de comunicación occidentales quienes las presentaron como movimientos deseosos de democracia. En ningún país árabe se instauró una democracia. En Marruecos, los islamistas tomaron el poder incrementando la programación religiosa en televisión y desplazando al francés como lengua de comunicación, en Libia, el embajador británico fue tiroteado y simplemente reina el caos pero la Sharia ya está entronizada como fuente del derecho para cuando se pueda restablecer el estado. En Yemen no hay más que islamistas y terroristas de Al Qaeda, en Túnez, cuna de la mal llamada “Primavera”, los salafistas desafían al estado, en Egipto, la balanza ya se inclinó hacia los islamistas en el Parlamento y puede hacerlo de nuevo en las presidenciales.
Las democracias occidentales han sido verdaderas ayudas para todos estos regímenes nuevos en los que la Sharia será la norma indiscutible. Tal vez han conseguido que Rusia pierda influencia, pero no han logrado un solo régimen favorable a sus intereses, simplemente han ayudado a que tome el poder su nuevo enemigo. Igual ocurrirá en Siria.